Si las escuelas preguntan a los estudiantes sobre el suicidio, los que están en riesgo reciben ayuda antes
VIERNES, 3 de febrero de 2023 (HealthDay News) -- ¿Hacer a los adolescentes una pregunta sencilla, pero directa, sobre su salud mental, podría revelar si están en riesgo de suicidio?
Quizá sí, sugiere una nueva investigación.
Dado que ahora el suicidio es la segunda causa principal de muerte entre los adolescentes estadounidenses, quizá valga la pena probar cualquier estrategia que pueda reducir el riesgo.
"La herramienta de evaluación de la depresión que tenemos no es una herramienta de evaluación del suicidio, pero sí incluye un ítem que pregunta [a los estudiantes] sobre las ideas de autolesión", explicó la autora principal del estudio, la Dra. Deepa Sekhar, profesora asociada del departamento de pediatría del Colegio de Medicina de la Universidad Estatal de Pensilvania.
La pregunta es: "¿Con qué frecuencia te molestan los... pensamientos de que sería mejor si estuvieras muerto o de autolesionarte de alguna forma?".
En comparación con los adolescentes a quienes no se les hizo esa pregunta, a los que se les hizo "tenían siete veces más probabilidades de que se identificara su riesgo de suicidio, y cuatro veces más probabilidades de iniciar el tratamiento", anotó Sekhar.
Para evaluar el beneficio potencial de preguntar a los adolescentes sobre los pensamientos suicidas, los investigadores trabajaron con los estudiantes de 14 escuelas de Pensilvania. Alrededor de un 46 por ciento de los casi 13,000 estudiantes del estudio eran chicas, y un 43 por ciento eran negros o hispanos.
Los investigadores usaron un cuestionario de salud estandarizado. Su meta principal era evaluar los síntomas del trastorno depresivo mayor. Estaba conformado por nueve preguntas, de las cuales la última era sobre el suicidio y las autolesiones.
En trabajos anteriores, los investigadores habían determinado que administrar el cuestionario a todos los estudiantes era una mejor forma de identificar el riesgo de depresión, en lugar de depender de las remisiones de los estudiantes en riesgo basándose en las malas calificaciones o los problemas de conducta.
Pero al incluir la pregunta 9, los administradores escolares se enfrentaban a la tarea de remitir a cualquier estudiante que se determinara que estaba en riesgo de suicidio a la asistencia con consejería el mismo día, según requiere la ley estatal.
En algunos casos, esta carga resultó difícil de manejar, y "algunas de las escuelas preguntaron si era posible realizar la evaluación de la depresión sin el ítem número 9", explicó Sekhar.
Entonces, ella y sus colegas deseaban ver si mantener la pregunta 9 hacía una diferencia.
La mitad de las escuelas inscritas administraron las nueve preguntas a los estudiantes de noveno y decimoprimer cursos, mientras que a los de décimo y decimosegundo cursos solo se les hicieron ocho preguntas. Las escuelas restantes hicieron lo contrario, al ofrecer las nueve preguntas, lo que incluía a la pregunta sobre el suicidio y las autolesiones, a los estudiantes de décimo y decimosegundo cursos.
Algunos de los hallazgos: A los que se les hicieron las 9 preguntas tenían casi ocho veces más probabilidades de que sus necesitades de atención de la salud mental fueran satisfechas rápidamente.
Y "el beneficio real fue que la evaluación condujo a una iniciación [rápida] del tratamiento", añadió Sekhar.
Anotó que la versión de ocho preguntas pasó por alto a alrededor de un 30 por ciento de los adolescentes que se habría determinado que estaban en riesgo de suicidio si les hubieran hecho la pregunta 9.
Sekhar enfatizó que incluso la versión de nueve preguntas no tiene el objetivo de ser una evaluación completa del suicidio. Pero los hallazgos sugieren que incluir una pregunta que aborde al suicidio sí parece hacer una diferencia, y cualquier esfuerzo futuro por formular "una evaluación del riesgo específico de suicidio tendrían un impacto incluso mayor en la iniciación del tratamiento de los jóvenes identificados", aseguró.
Sekhar y sus colegas publicaron su trabajo en una edición reciente de la revista The Journal of Pediatrics.
Dos expertas independientes se alegraron de la iniciativa.
Sarah Coyne es directora asociada de la Facultad de Vida Familiar de la Universidad Brigham Young, en Utah. No está segura de cuántas escuelas han implementado o están sopesando implementar un esfuerzo similar.
Aun así, Coyne dijo que "pienso que es una gran idea. Cualquier cosa que podamos hacer para identificar a los jóvenes que tienen dificultades de salud mental, y entonces ofrecer una intervención temprana, salvará vidas".
La Dra. Alecia Vogel-Hammen, profesora asistente de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en St. Louis, encontró que los hallazgos eran "de verdad promisorios".
"He cuidado personalmente a niños que acudieron al consejero escolar después de presentaciones en toda la escuela sobre la depresión y los pensamientos suicidas", anotó. "Algunos de estos niños dijeron que no se habían dado cuenta de que esto era algo que otros también experimentaban, y que las personas podían ayudarlos, hasta que lo hablaron en la escuela".
En cuanto a las preocupaciones de los padres respecto a que el tema podría darles ideas a los adolescentes, Vogel-Hammen afirmó que "esto no es lo que los estudios muestran. Más bien, de verdad ayuda a identificar a los niños que ya están teniendo esos pensamientos, y no provoca estos pensamientos en las personas que no los tienen".
Afirmó que el verdadero problema es si hay o no suficiente asistencia para ayudar a los niños que necesitan ayuda, dado que "hay una necesidad realmente alta de servicios de salud mental, y no siempre hay suficientes terapeutas, médicos y otros proveedores de servicios".
"Debemos asegurar que estamos invirtiendo en esos servicios, y haciéndolos accesibles para todo el mundo, además de mejorar nuestras pruebas de detección", añadió Vogel-Hammen.
Más información
Aprenda más sobre los jóvenes y el suicidio en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU..
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Deepa Sekhar, MD, MSc, associate professor, department of pediatrics, Penn State College of Medicine, Hershey, Pa.; Sarah Coyne, PhD, professor and associate director, School of Family Life, Brigham Young University, Provo, Utah; Alecia Vogel-Hammen, MD, PhD, assistant professor and assistant fellowship director, research, Department of Psychiatry, Washington University School of Medicine in St. Louis; The Journal of Pediatrics, December 2022
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