Aumenta una letal enfermedad del hígado vinculada con la obesidad
VIERNES, 22 de octubre de 2021 (HealthDay News) -- En general, la enfermedad hepática se asocia con el alcoholismo o la hepatitis, pero la obesidad y la diabetes se están convirtiendo en una amenaza incluso mayor de una enfermedad hepática letal, revela un estudio reciente.
De hecho, la enfermedad del hígado graso avanzada multiplica el riesgo de muerte de una persona casi por siete, según un informe reciente.
Pero es un asesino silencioso: cuando una persona desarrolla síntomas relacionados con el daño del hígado graso, ya tiene graves problemas, advirtió la Dra. Jeanne Clark, coinvestigadora y directora de medicina interna de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Maryland.
"Una vez se sufre de esta enfermedad hepática avanzada, que puede tardar años y décadas en desarrollarse, entonces las personas que han sufrido esa cicatrización que ha avanzado tanto tienen más probabilidades de fallecer", señaló Clark.
La afección ocurre cuando el hígado comienza a almacenar un exceso de grasa, lo que provoca inflamación y, al final, cicatrización, explicó Clark.
"Se parece al foie gras o al paté, que es provocado por alimentar a los patos o gansos en exceso", dijo Clark. "Los alimentan con muchos carbohidratos y granos, muy rápidamente. Sobrecarga al sistema metabólico del hígado, y meten grasa directamente en el hígado".
Más o menos una de cada cuatro personas del mundo sufre de enfermedad del hígado graso, según los Institutos Nacionales de la Salud de EE. UU. Un editorial que se publicó junto con el nuevo estudio anotó que la enfermedad del hígado graso avanzada ha superado a la hepatitis C como la causa principal de cicatrización en el hígado, y como el principal motivo de trasplantes de hígado.
En los humanos, la enfermedad del hígado graso se vincula con el síndrome metabólico, apuntó el Dr. Scott Friedman, decano de descubrimientos terapéuticos y jefe de enfermedad hepática de la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai, en la ciudad de Nueva York.
El síndrome metabólico es un conjunto de problemas de la salud que se han vinculado con un aumento en el riesgo de enfermedad cardiaca, accidente cerebrovascular y diabetes tipo 2. Incluyen a un aumento de la presión arterial, un azúcar alto en sangre, un exceso de grasa en el vientre y unos niveles de colesterol anómalos.
"La persona promedio, e incluso muchos médicos, no se dan cuenta de que hay un creciente riesgo de enfermedad hepática avanzada en los pacientes que son obesos, que tienen diabetes tipo 2 y que tienen síndrome metabólico", apuntó Friedman. "Muchos pueden tener una enfermedad hepática silenciosa, pero progresiva, que al final puede resultar letal".
En su estudio, Clark y sus colaboradores monitorizaron a casi 1,800 personas que sufrían de enfermedad del hígado graso a lo largo de cuatro años, para ver cómo la afección afectaba a su salud.
Los investigadores encontraron que, a medida que la cicatrización relacionada con la grasa aumentaba en el hígado, las personas tenían muchas más probabilidades de sufrir complicaciones relacionadas con el hígado, como hemorragias internas, fluido excesivo y confusión mental provocada por una acumulación de toxinas en el cuerpo y el cerebro, apuntó Clark.
A medida que la enfermedad del hígado graso avanza, es más probable que los pacientes desarrollen diabetes tipo 2 y disfunción renal, dijeron los autores.
Las personas que sufrieron estos tipos de complicaciones relacionadas con el hígado tenían alrededor de siete veces más probabilidades de fallecer, encontraron los investigadores.
Estos resultados indican una necesidad de estar atento cuando uno es obeso y tiene diabetes, enfatizó Friedman.
"Tanto los pacientes como los proveedores deben ser conscientes de que, en particular en los pacientes con diabetes tipo 2 y obesidad y estas características del síndrome metabólico, deben investigar si también hay una enfermedad o un daño hepáticos subyacentes", aconsejó Friedman.
Pero no todo el que tiene el hígado graso progresa a enfermedad del hígado, anotó.
"Resulta que la mayoría de las personas que tienen grasa nunca desarrollan inflamación y cicatrización, pero un subgrupo (probablemente alrededor de un 20 a un 30 por ciento) en realidad desarrollan cicatrización", dijo Friedman. "No sabemos por qué algunos pacientes siempre tendrán solo grasa y nada más, y otros desarrollan lesión, inflamación y cicatrices".
La pérdida de peso es actualmente uno de los mejores tratamientos disponibles para la enfermedad del hígado graso, apuntaron Clark y Friedman.
"Hay buenos datos que muestran que si hay grasa en el hígado, perder peso puede hacer que desaparezca", aseguró Clark.
Lamentablemente, el tipo de pérdida de peso que se requiere no es fácil de alcanzar.
"Perder mucho peso y no volver a recuperarlo es difícil para la mayoría de las personas", dijo Clark. "Es probable que deba perder un 10 por ciento del peso corporal y no volver a recuperarlo, y sabemos que es difícil de lograr".
Actualmente, no hay medicamentos aprobados para tratar la enfermedad del hígado graso, pero "hay mucho interés por desarrollar nuevos fármacos en las industrias farmacéuticas y de biotecnología", observó Friedman.
"Hay literalmente docenas de tratamientos que se están evaluando en ensayos clínicos", añadió.
En la misma edición del 21 de octubre de la revista New England Journal of Medicine, otro estudio reportó los resultados de un ensayo clínico en etapa 2 sobre un medicamento de este tipo.
La cicatrización del hígado se frenó, e incluso se revirtió hasta cierto punto en alrededor de un 35 por ciento de los pacientes que recibieron una dosis alta del medicamento, lanifibranor, reportaron Pierre Broqua, de la Universidad de Amberes, en Bélgica, y sus colaboradores.
Más información
Los Institutos Nacionales de la Salud de EE. UU. ofrecen más información sobre la enfermedad del hígado graso.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Jeanne Clark, MD, MPH, director, general internal medicine, Johns Hopkins School of Medicine, Baltimore, Md.; Scott Friedman, MD, dean for therapeutic discovery, chief, liver disease, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York City; New England Journal of Medicine, Oct. 21, 2021
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