Sobornar a las personas puede ayudarlas a alcanzar sus metas de pérdida de peso, encuentra un estudio
LUNES, 5 de diciembre de 2022 (HealthDay News) -- El dinero quizá no compre la felicidad, pero podría dar a las personas obesas con unos ingresos bajos un incentivo adicional para perder peso, sugiere un estudio reciente.
El estudio, de personas de vecindarios urbanos, encontró que las recompensas en efectivo animaban a los participantes a perder peso adicional, en comparación con un programa para perder peso sin incentivos financieros.
Y los efectos fueron similares independientemente de que a las personas se les premiara por alcanzar sus metas de pérdida de peso, o tan solo por hacer cambios para un estilo de vida saludable.
A lo largo de seis meses, de un 39 a un 49 por ciento de las personas a quienes se dieron incentivos en efectivo perdieron al menos un 5 por ciento de su peso inicial. Esto es en comparación con un 22 por ciento de los participantes del estudio a quienes no se ofreció una motivación monetaria.
Los expertos anotaron que la salvedad es que nadie sabe qué resultado dan las recompensas financiera a largo plazo. En este estudio, las diferencias en la pérdida de peso entre los grupos habían comenzado a estrecharse tras un año.
"Esto solo sería impactante si las personas pudieran seguir perdiendo peso a este ritmo a más largo plazo", señaló Karen Glanz, del Centro de Incentivos para la Salud y Economía Conductual de la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia.
Glanz, que no participó en el estudio, apuntó que a los investigadores todavía les falta mucho por aprender sobre el rol de los incentivos financieros en la pérdida de peso, lo que incluye de qué manera y en qué momento es mejor usarlos.
El concepto en sí no es nuevo.
Los estudios han sugerido que ofrecer dinero a las personas a cambio de perder peso puede dar resultado, al menos a corto plazo. Estos hallazgos han inspirado a programas basados en internet, como DietBet y HealthyWage, que usan la posibilidad de recompensas financieras para animar a las personas a perder peso.
El razonamiento subyacente del método es el sencillo hecho de que perder peso es difícil.
La obesidad es una afección médica, y no solo una cuestión de voluntad, enfatizó la investigadora sénior, la Dra. Melanie Jay, profesora asociada de Langone Health de la NYU, en la ciudad de Nueva York.
Para perder peso y no volver a recuperarlo, las personas tienen que luchar contra la biología, ya que el cuerpo intenta conservar la grasa, no perderla. También luchan contra su ambiente cotidiano, lleno de alimentos procesados ricos en calorías, y con frecuencia pocas oportunidades para la actividad física.
Las personas con unos ingresos bajos, que no pueden inscribirse en un gimnasio o permitirse comida saludable con facilidad, se enfrentan a unos obstáculos particularmente abrumadores, advirtió Jay.
Los incentivos financieros se consideran como una forma potencial de brindar a las personas unas recompensas inmediatas por el duro trabajo de intentar perder peso.
Pero, como Glanz, Jay señaló que hay muchos factores desconocidos.
"¿Qué hace que los incentivos financieros funcionen, y cuáles son las mejores formas de usarlos?", se preguntó.
En el estudio, el equipo de Jay evaluó dos tipos de incentivos: Uno recompensaba a las personas por los resultados, es decir, perder al menos un 5 por ciento de su peso inicial, lo que en promedio implicaba unas 10 libras (4.5 kilos). El otro recompensaba los esfuerzos de las personas, por ejemplo hacer ejercicio con regularidad.
En ambos casos, los participantes podían ganar hasta 750 dólares a lo largo de seis meses.
En el estudio, que se publicó en la edición del 5 de diciembre de la revista JAMA Internal Medicine, participaron 668 adultos de vecindarios con ingresos bajos de la ciudad de Nueva York y Los Ángeles. La mayoría eran hispanos.
Se asignó a las participantes al azar a tres grupos. En los tres, las personas recibían un cupón para un año gratis en Weight Watchers, una escala digital y un monitor de actividad. Se pidió a todo el mundo que asistiera a al menos dos reuniones de Weight Watchers al mes, que se pesaran al menos tres veces por semana, que hicieran hasta 150 minutos de ejercicio por semana, y que mantuvieran un registro de la dieta usando un diario de comida.
Las personas en los grupos de incentivos financieros fueron recompensadas por cumplir estas metas, o por perder un 5 por ciento de su peso inicial.
Al final, ninguna de las tácticas de incentivos fue la clara ganadora, dijo Jay. A los seis meses, a las personas a las que se recompensó por perder peso les iba un poco mejor, pero al año (tras el final de las recompensas financieras), la diferencia entre los dos grupos había desaparecido.
Alrededor de un 41 por ciento de ambos grupos lograron no recuperar el 5 por ciento de su peso inicial que habían perdido. Por otro lado, el grupo sin incentivos en efectivo había mejorado poco a poco: alrededor de un 31 por ciento había perdido un 5 por ciento de su peso inicial, frente a un 22 por ciento a los seis meses.
Para Glanz, esto plantea la pregunta de si algún beneficio a corto plazo de los incentivos en efectivo durará. Además, señaló, la pérdida de peso promedio de los tres grupos fue modesta: de unas 6 a 11 libras (de 2.7 a casi 5 kilos).
Entonces, una pregunta incluso más importante es si los incentivos financieros mejoran la salud de las personas en última instancia, añadió Glanz. Para lograr que alguien pague los incentivos (las empresas, los planes de salud o la sociedad), es probable que los estudios tengan que mostrar unos beneficios para la salud.
Jay se mostró de acuerdo en que se necesitan evidencias sobre la "rentabilidad" de los incentivos financieros.
También anotó que como la obesidad es difícil, quizá solo los cambios en el estilo de vida no sean suficientes para muchas personas.
Más información
El Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de EE. UU. ofrece más información sobre la gestión de la obesidad.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Melanie Jay, MD, associate professor, department of medicine, and department of population health, NYU Langone Health, New York City; Karen Glanz, PhD, MPH, professor, University of Pennsylvania Perelman School of Medicine, affiliated faculty, Center for Health Incentives and Behavioral Economics, University of Pennsylvania, Philadelphia; JAMA Internal Medicine, Dec. 5, 2022, online
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