¿Usará usted aplicaciones de atención de la salud en el futuro?
VIERNES, 4 de marzo de 2022 (HealthDay News) -- ¿Gestiona usted un problema de salud crónico, como la obesidad, la diabetes, la enfermedad cardiaca o el asmas?
Es probable que haya una aplicación para eso.
Las aplicaciones de salud se están haciendo cada vez más sofisticadas, y ofrecen a los usuarios de teléfonos inteligentes ayuda para gestionar varias enfermedades crónicas, aseguró el Dr. David Bates, jefe de medicina interna del Hospital Brigham and Women's de Boston, y un experto de renombre internacional en la seguridad del paciente y la tecnología de atención de la salud.
"Varía bastante de una aplicación a otra, pero se ha demostrado que algunas de las aplicaciones resultan en beneficios", señaló Bates durante una entrevista de HealthDay Now. "Algunas de las aplicaciones para perder peso de verdad ayudan a las personas a perder peso. De manera similar, algunas de las aplicaciones para la diabetes pueden ayudar a controlar el azúcar [en la sangre] con una mayor efectividad".
Lamentablemente, puede ser difícil determinar cuál aplicación es la mejor, dada la confusa variedad disponible para la persona promedio.
Tan solo en 2020, más de 90,000 nuevas aplicaciones de salud estaban disponibles en las tiendas de aplicaciones de Apple y Google.
"En realidad hay varios cientos de miles en el mercado, lo que es simplemente desconcertante como paciente", apuntó Bates. Esto significa que muchas personas con enfermedades crónicas no están aprovechando estas nuevas herramientas, según una encuesta reciente de HealthDay/Harris Poll.
Alrededor de un 61 por ciento de las personas que viven con una afección crónica dijeron que usan algún tipo de aplicación, pero apenas un 14 por ciento dijeron que usan una aplicación diseñada en específico para la gestión o la monitorización de su problema de salud en cuestión, encontró la encuesta.
Un tercio de las personas con una enfermedad crónica dijeron que no se molestan con una aplicación porque no sienten la necesidad de monitorizar su salud de forma constante, mostraron los resultados de la encuesta. Y una cuarta parte de las personas con afecciones crónicas apuntaron que les preocupan la privacidad y la seguridad de la información médica que comparten con la aplicación. Alrededor de un 17 por ciento afirmaron que simplemente no pueden permitirse las aplicaciones de salud, y un 14 por ciento dijeron que les resultan demasiado complicadas.
La investigación del mismo Bates sobre el uso de las aplicaciones de salud descubrió tendencias similares.
"Hay un uso razonablemente común en una variedad de grupos de edad, pero tienen una popularidad particular entre las personas que son jóvenes y saben de tecnología", comentó Bates en HealthDay Now.
Bates apuntó a un estudio reciente de personas con barreras lingüísticas o un nivel educativo bajo. Encontró que "todo el mundo deseaba poder usar estas aplicaciones, pero muchas personas tenían dificultades para realizar incluso unas tareas sencillas, por ejemplo, un diabético para registrar [las cifras sobre] el azúcar en la sangre", indicó.
Las preocupaciones de seguridad también influyen en la resistencia de las personas a las aplicaciones de salud.
"Los problemas de seguridad son una preocupación real, y las aplicaciones no lo hacen tan bien como podrían respecto a proteger nuestra privacidad", lamentó Bates. "Es algo en lo que debemos seguir enfocándonos. Muchos de estos tipos de datos no son privados, pero algunos sí".
Las personas que buscan una aplicación de salud deben saber que las calificaciones en línea en las tiendas de aplicaciones "no necesariamente son un predictor de verdad bueno de qué tan buena será la aplicación", advirtió Bates.
Bates y sus colaboradores han sugerido que una tercera parte independiente comience a calificar las aplicaciones de salud, de forma que las personas puedan encontrar unos productos de calidad que satisfagan sus necesidades.
"Debemos hacer algo respecto a limitar la cantidad de opciones, porque cuando se tienen demasiadas opciones, las personas con frecuencia no pueden elegir. Resulta demasiado difícil", apuntó Bates.
Limitar el número sería algo de verdad útil, sugirió. "Por ejemplo, en Inglaterra, tienen unas 60 aplicaciones que cuentan con un respaldo nacional y que se promueven. Hay mucha competencia para entrar en ese grupo, pero esto hace que sea mucho más fácil elegir cuáles podrían ser relevantes para uno", explicó.
Con la llegada de la telemedicina, las aplicaciones están cobrando incluso más importancia, añadió Bates.
Con frecuencia, los pacientes deben medir sus propios signos vitales y monitorizar sus propios datos de salud, para poder reportar sus hallazgos al médico durante una consulta de telemedicina.
"En general, se asigna mucha más responsabilidad al paciente para que gestione las cosas él mismo, y una aplicación puede ayudar mucho", aseguró Bates. "Puede ayudar a vigilar algunas de las varias cosas de las que debe vigilar", por ejemplo los niveles diarios de azúcar en la sangre, o las sesiones semanales de ejercicio.
Bates cree que, en algún momento, los profesionales comenzarán a "en realidad recetar aplicaciones. Uno irá al médico y el médico recomendará que use una aplicación. Se programarán las cosas para que los datos le lleguen, y pueda ver qué tan bien le está yendo. Si le está yendo bien, le felicitará, y si tiene algunas dificultades, podrá ayudarlo".
Pero, por ahora, advierte que algunas de las aplicaciones disponibles tienen desventajas. En particular, a Bates le preocupa que las aplicaciones no son muy buenas para notificar a las personas sobre afecciones potencialmente letales.
"En muchas aplicaciones, usted puede decir que su azúcar en la sangre es de 10, que puede ser letalmente bajo, y la aplicación quizá no le diga que debe hacer algo con urgencia", señaló. "Me gustaría que las aplicaciones fueran mejores para advertir si hay una situación grave".
Más información
El Consejo Nacional para Adultos Mayores ofrece más información sobre la gestión de las afecciones crónicas.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTE: David Bates, MD, chief, internal medicine, Brigham and Women's Hospital, Boston
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