Los presos de EE. UU. tienen más probabilidades de morir de cáncer
LUNES, 26 de septiembre de 2022 (HealthDay News) -- Otro motivo para no ir a la cárcel: una investigación reciente muestra que el riesgo de morir de cáncer es mucho más alto entre los que están tras las rejas o que han quedado libres hace poco.
En las prisiones de Connecticut, donde se reunieron los datos de este estudio, la edad promedio para un diagnóstico de cáncer fue de 50 años. Entre los que nunca han estado presos, fue de 66 años. Otros puntos de referencia mostraron diferencias similares.
El cáncer es la principal causa de muerte en la prisión.
"La pregunta es si la encarcelación en sí es una causa de estos malos resultados de salud, o si la encarcelación es algo que va de la mano con otros factores de riesgo de unos resultados malos de salud, por ejemplo la pobreza o vivir en comunidades con unos mayores riesgos ambientales", planteó el coautor del estudio, el Dr. Cary Gross, director fundador del Centro de Investigación en Resultados del Cáncer, Política Pública y Efectividad (COPPER) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale.
Gross señaló que hace mucho que le interesa la igualdad en el cáncer, y que ya había examinado cómo la raza y otros factores afectan al acceso y la calidad de la atención de los pacientes con cáncer. Una coautora del estudio, la Dra. Emily Wang, profesora de medicina y salud pública de la Yale, ha investigado los impactos de salud de la encarcelación durante años.
Se unieron a otros investigadores para estudiar cómo estos temas se solapaban, y colaboraron con el registro estatal de cáncer de Connecticut y su Departamento de Correcciones para reunir la información.
En total, el estudio incluyó a más de 216,000 adultos diagnosticados con un cáncer invasivo en Connecticut entre 2005 y 2016, entre ellos 239 que fueron diagnosticados en prisión y 479 cuyos cánceres se encontraron en un plazo de un año tras la excarcelación.
La edad en el momento del diagnóstico no fue la única diferencia importante que los investigadores encontraron. También había grandes diferencias en las tasas de supervivencia.
La supervivencia a cinco años de una persona diagnosticada con un cáncer en un plazo de un año tras la excarcelación era de un 54.6 por ciento. Los que seguían encarcelados tenían una tasa de supervivencia de un 63.2 por ciento, frente a un 67.2 por ciento entre los que nunca habían estado en prisión.
Las diferencias fueron incluso más notables en los cánceres que se pueden detectar mediante pruebas de detección de rutina. La supervivencia a cinco años para los diagnosticados en prisión era de un 67.4 por ciento, frente a un 77.6 por ciento para los diagnosticados en un plazo de un año tras la excarcelación, y un 85.2 por ciento para los demás.
Investigaciones anteriores han encontrado que, en un plazo de un año tras salir de prisión, el riesgo de mortalidad se multiplica por 12, señaló Gross. Las sobredosis son una causa común, pero la enfermedad cardiaca y el cáncer también contribuyen.
En este estudio, los cánceres se habían propagado en alrededor de dos tercios de los pacientes diagnosticados en prisión, y en más de la mitad de los diagnosticados en un plazo de un año tras salir de prisión. Esto fue cierto incluso respecto a los tipos de cáncer para los cuales hay pruebas de detección disponibles, comentó la autora principal del estudio, la Dra. Oluwadamilola Oladeru, profesora asistente de oncología de la radiación de la Universidad de Florida, en Gainesville.
Existen directrices nacionales para la detección del cáncer de mama, de colon, de cuello uterino, de pulmón y de hígado. El Departamento de Correcciones de Connecticut no incluye al cáncer de pulmón ni de hígado en sus directrices sobre la detección.
El cáncer de colon fue el cáncer más común entre los grupos estudiados. Conformó alrededor de un tercio de los casos de cáncer en el grupo recién excarcelado.
Otros tipos de cáncer que se encontraron con frecuencia entre los encarcelados fueron el cáncer de pulmón, de próstata, la leucemia, el linfoma y el cáncer de hígado.
"Hay una oportunidad para mejorar dónde y cómo administramos las pruebas de detección, y para garantizar que las directrices de detección se cumplan", dijo Oladeru, y añadió que los investigadores deseaban asegurarse de que los diagnósticos en etapas tardías no explicaban las marcadas diferencias en las tasas de mortalidad que observaron.
Ajustarse a la vida tras la prisión
Cuando los investigadores ajustaron según la etapa del cáncer, encontraron que explicaba parte de, pero no toda, la relación entre el estatus de encarcelación y la muerte.
Es probable que otros factores contribuyan en este grupo de exprisioneros, planteó Oladeru.
"Quizá se trate de barreras sistémicas, entre las que se encuentran la inseguridad alimentaria, la vivienda, el empleo, el seguro médico, la obtención del acceso a la atención primaria", dijo. "Mientras intenta ajustarse de nuevo a una sociedad en 12 meses, es probable que en lo último que una persona piense sea en una prueba de detección del cáncer de colon".
Varios factores podrían contribuir a un diagnóstico más tardío, entre ellos las pruebas de detección, una evaluación oportuna de los síntomas, o los factores de riesgo que las personas quizá desconozcan.
Fue más probable que las personas diagnosticadas con un cáncer invasivo fueran hombres, y negras o hispanas.
Los investigadores están realizando una cuidadosa revisión de los expedientes médicos, para comparar la calidad del tratamiento contra el cáncer que los tres grupos del estudio recibieron.
Otras causas potenciales de las tasas más altas entre las personas que están o han estado en prisión es lo que se conoce como "carga alostática", que es la carga acumulativa del estrés crónico y los eventos vitales. Otra pregunta es si los factores de riesgo en las prisiones podrían deberse a unos edificios levantados en un momento en que existían condiciones en el ambiente o en la tierra que no serían aceptables ahora.
Otras investigaciones han mostrado que la edad fisiológica (la que muestra la verdadera etapa vital biológica de la persona) es mucho más avanzada que la edad cronológica en las personas encarceladas.
"Entonces, aunque se trate de un individuo de 30 años en prisión, fisiológicamente envejece mucho más rápido, dadas las condiciones, de estar confinado en un espacio en particular", comentó Oladeru.
El Dr. Arif Kamal, director de pacientes de la Sociedad Americana Contra El Cáncer (American Cancer Society), revisó los hallazgos.
Anotó que los individuos encarcelados quizá se hayan expuesto a carcinógenos en ambientes laborales anteriores. Tal vez también presenten factores de riesgo relacionados con el estilo de vida, de encarcelaciones anteriores, como el consumo de alcohol o la obesidad.
Algunos tipos de cáncer en los que estos son factores de riesgo tienen unas opciones de detección limitadas, y unos síntomas tempranos sutiles. Una falta de equipo y de infraestructura médica para las pruebas de detección en las prisiones, y los protocolos de seguridad para sacar a un prisionero del centro, podrían presentar barreras, advirtió Kamal.
"Naturalmente, lo que nos preocuparía es una situación en que estos síntomas no se tomen en serio, que se pueda pasar por alto una oportunidad de detectar un cáncer pronto", apuntó.
Revisar los factores de riesgo cuando una persona ingrese a prisión podría ayudar a identificar a los prisioneros con un riesgo más alto, planteó Kamal.
Cuando los prisioneros se estén preparando para salir de prisión, proveer información sobre las recomendaciones de detección e información sobre los recursos para ayudar a pagarla sería importante, añadió. Muchas personas no se dan cuenta de que la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio (Affordable Care Act) o Medicare cubren a muchas pruebas de detección del cáncer.
"Pienso que, en cuanto a cualquier población encarcelada, nos preocupa en particular que tengan acceso a la atención preventiva, para recibir las pruebas de detección del cáncer y cosas así, pero también para la detección temprana", dijo Kamal.
Wang, la coautora, ha ayudado a establecer clínicas de transición para los prisioneros que salen de prisión.
Gross comentó que entre otras medidas se podrían incluir sopesar la mejor forma de conectar a las personas con el sistema de atención de la salud y de mejorar la calidad de la atención en las prisiones.
"Todavía debemos reconocer que aunque ha habido un movimiento muy pequeño e incremental hacia la excarcelación en nuestro país, seguimos siendo los líderes en encarcelación del mundo", lamentó Gross. "Quizá otra forma (si queremos reducir el impacto de la encarcelación en la salud) sea dejar de encarcelar a tantas personas".
Los hallazgos se publicaron en una edición reciente de la revista PLOS ONE.
Más información
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. ofrecen más información sobre la igualdad en la prevención y el control del cáncer.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Cary Gross, MD, professor, medicine and epidemiology, and founding director, Cancer Outcomes, Public Policy and Effectiveness Research (COPPER) Center, Yale School of Medicine, New Haven, Conn.; Oluwadamilola Oladeru, MD, MA, MBA, assistant professor, radiation oncology, University of Florida, and co-clinical leader, University of Florida Breast Center, Gainesville; Arif Kamal, MD, MBA, MHS, chief patient officer, American Cancer Society, Atlanta; PLOS ONE, Sept. 16, 2022
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