Los jóvenes de EE. UU. se enfrentan a unas tasas crecientes de obesidad, hipertensión y diabetes
LUNES, 6 de marzo de 2023 (HealthDay News) -- Los adultos jóvenes en Estados Unidos soportan una creciente carga de factores de riesgo de la enfermedad cardiaca, lo que hace que sea más probable que sufran un ataque cardiaco o un accidente cerebrovascular (ACV) a medida que envejecen, advierte un nuevo estudio.
Más adultos de 20 a 44 años son obesos y diabéticos que hace una década, y es más probable que tengan una presión arterial mal controlada, según el estudio, que se publicó en la edición del 5 de marzo de la revista Journal of the American Medical Association.
Los investigadores también hallaron que los adultos jóvenes negros e hispanos son más propensos a sufrir de estos factores de riesgo que los adultos jóvenes blancos.
"Estamos siendo testigos de una crisis de salud pública en ciernes", advirtió el investigador sénior, el Dr. Rishi Wadhera, director de sección de política e igualdad de salud del Centro de Investigación en Resultados Smith del Centro Médico Beth Israel Deaconess.
"El inicio de estos factores de riesgo a una edad más temprana se asocia con un riesgo más alto de por vida de enfermedad cardiaca y de afecciones cardiovasculares potencialmente letales, como un ataque cardiaco y un ACV", continuó Wadhera. "Nuestro hallazgo de que la carga de muchos factores de riesgo cardiovasculares está en aumento entre los adultos jóvenes podría tener importantes implicaciones de salud pública a largo plazo, sobre todo a medida que la población de EE. UU. envejece".
Es probable que estos problemas de salud en personas tan jóvenes contribuyan al descenso en la esperanza de vida en Estados Unidos, apuntó Norrina Allen, directora del Instituto de Salud Pública y Medicina de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad del Noroeste, en Chicago.
"Me resulta chocante que esta generación sea la primera que tiene una esperanza de vida más corta que la que nosotros tenemos ahora", apuntó Allen, coautora de un editorial publicado junto con el nuevo estudio. "Y de verdad espero que podamos priorizar la salud de nuestros niños y adultos jóvenes, con el fin de prevenir la creciente carga de enfermedad cardiaca".
En el estudio, Wadhera y sus colegas analizaron más de una década de datos de encuestas federales relacionadas con la salud y la nutrición en Estados Unidos.
Encontraron que las tasas de obesidad entre los adultos de 20 a 44 años aumentó de alrededor de un 33 por ciento en 2009-2010 a un 41 por ciento en 2017-2020. De la misma forma, la prevalencia de diabetes aumentó de un 3 a poco más de un 4 por ciento.
Las tasas de hipertensión también aumentaron de más de un 9 por ciento en 2009-2010 a casi un 12 por ciento en 2017-2020, pero muchos adultos jóvenes con hipertensión y diabetes no están haciendo nada para controlar estas afecciones, apuntó Wadhera.
"Las tasas de tratamiento para la hipertensión y la diabetes fueron sorprendentemente bajas", lamentó Wadhera. "Apenas alrededor de un 55 por ciento de los adultos jóvenes con hipertensión tomaban antihipertensivos, y solo 1 de cada 2 adultos jóvenes con diabetes recibían tratamiento".
Los investigadores encontraron las tendencias entre los adultos negros e hispanos en particular preocupantes.
Los adultos jóvenes negros experimentan las tasas más altas de muerte prematura relacionada con el corazón del país, y aquí tenían más de dos veces más probabilidades de sufrir de hipertensión que cualquier otro grupo, apuntó Wadhera.
La diabetes y la obesidad también fueron mucho más comunes entre los estadounidenses negros e hispanos más jóvenes, encontraron los investigadores.
Y entre los adultos jóvenes hispanos, las tasas de hipertensión se multiplicaron por más de dos, de alrededor de un 4 a casi un 11 por ciento, dijo Wadhera.
Los jóvenes se sienten invencibles
Parte del problema es la invencibilidad de los jóvenes, señalaron los expertos.
"Pienso que los individuos más jóvenes no comprenden que algunas cosas de estas las ponen en riesgo", apuntó el Dr. Jeffrey Berger, cardiólogo del Centro Médico Langone de la NYU, en la ciudad de Nueva York. "Piensan que son más bien súper héroes y que nada va a afectarlos".
Como se sienten invencibles, los adultos más jóvenes son menos propensos a tener un seguro de salud y a buscar atención médica regular, comentó Allen.
"Cuando uno es un adulto joven, piensa que un ataque cardiaco o un ACV y los resultados de estos factores de riesgo son cosas muy lejanas, porque la mayoría de estos eventos suceden en un momento posterior de la vida", dijo Allen. "Para ser honesto, están en un grupo con la cobertura de atención de la salud y la cobertura de salud más bajas, de forma que la continuidad de la atención de la salud y de tener un proveedor de atención primaria que monitorice y gestione sus factores de riesgo es floja, lamentablemente, en ese grupo de edad".
Como no ven a un médico con regularidad, muchos adultos jóvenes no son conscientes de que tienen estos factores de riesgo, anotó Wadhera.
"Si no sabe que tiene diabetes, por ejemplo, tratarla es difícil", dijo Wadhera.
Es probable que las disparidades encontradas entre los adultos negros e hispanos surjan de unas inequidades sociales más generales, apuntaron los expertos.
"Sabemos que la desigualdad en los ingresos y la incapacidad de acceder a unos alimentos saludables y costear los medicamentos de forma constante, todo esto tiene un rol en qué tan bien podemos prevenir y qué tan bien podemos controlar cosas como la hipertensión y la diabetes", observó Allen. "Y, lamentablemente, observamos que las tasas de control, incluso cuando las personas cuentan con estas cosas, son muy bajas".
"Los individuos negros más jóvenes son más propensos a vivir en familias con unos ingresos más bajos, que experimentan inestabilidad en la vivienda e inseguridad alimentaria, además de en vecindarios con desventajas socioeconómicas, que con frecuencia tienen menos espacios verdes para el ejercicio regular y más exposición a los estresores ambientales, como la contaminación atmosférica", añadió Wadhera. "Los individuos negros también se enfrentan de manera desproporcionada a problemas para acceder a la atención primaria y preventiva".
El estudio sí arrojó una buena noticia: las tasas de colesterol alto entre los adultos jóvenes se redujeron de casi un 41 a un 36 por ciento, informan los investigadores.
Wadhera y sus colegas especularon que esto se debe a las severas medidas del gobierno contra el uso de las grasas trans y los aceites parcialmente hidrogenados en los alimentos procesados y la comida rápida.
Conozca sus números
Los adultos jóvenes pueden comenzar a controlar sus factores de riesgo al ir al médico y averiguar su estado de salud, planteó Allen.
"La primera cosa importantes es conocer sus números, saber cuál es su presión arterial, saber cuál es su colesterol, asegurarse de que se pesa con regularidad", aconsejó Allen.
Las personas con unos factores de riesgo como un colesterol elevado, hipertensión y diabetes pueden comenzar a tomar medicamentos para controlarlos, apuntó Berger, y adoptar un estilo de vida más saludable.
"Pienso que de verdad necesitamos simplemente que la gente reciba terapia", dijo Berger. "Todos debemos recordarnos de la importancia del estilo de vida, de una alimentación saludable y de la actividad física. En realidad esto solo nos recuerda de todo el trabajo que queda por hacer".
"Cualquier cambio es un buen cambio", añadió Allen, "y no hay que cambiarlo todo a la vez. Puede elegir un aspecto que desee comenzar a mejorar, ya sea salir a caminar 20 o 30 minutos cada día, o intentar reducir la cantidad de refrigerios empacados o de refrescos que bebe. Incluso esos pequeños cambios pueden sumarse y hacer grandes diferencias a largo plazo".
Wadhera también presentó estos hallazgos en la reunión anual del Colegio Americano de Cardiología (American College of Cardiology), en Nueva Orleáns.
Más información
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. ofrecen más información sobre los factores de riesgo de la enfermedad cardiaca.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Rishi Wadhera, MD, section head, health policy and equity, Beth Israel Deaconess Medical Center’s Smith Center for Outcomes Research, Boston; Norrina Allen, PhD, director, Institute for Public Health and Medicine, Northwestern University Feinberg School of Medicine; Jeffrey Berger, MD, cardiologist, NYU Langone Medical Center, New York City; Journal of the American Medical Association, March 5, 2023
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