La COVID prolongada puede durar un año, y muchas víctimas dejan de trabajar
MIÉRCOLES, 27 de octubre de 2021 (HealthDay News) -- Los pacientes que sufren de "COVID prolongada" pueden tener síntomas que duran un año o más, lo que pone a sus empleos y a sus rutinas cotidianas en peligro, encuentra un estudio reciente.
Al observar a más de 150 personas con efectos duraderos de la COVID-19, los investigadores señalaron que los pacientes reportaron problemas del pensamiento, fatiga, lagunas mentales, dolor de cabeza, problemas de sueño y mareo.
"La mayoría de las personas que estudiamos habían estado enfermas durante al menos un año, y seguíamos observando dificultades para participar en la vida, en los sentimientos de bienestar y salud generales, en la capacidad de socializar y en la capacidad de realizar las tareas diarias", comentó el investigador principal, David Putrino, profesor asociado de rehabilitación y rendimiento humano de la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai, en la ciudad de Nueva York.
Putrino apuntó que la causa de la COVID prolongada no está clara. Es posible que el virus siga provocando reacciones meses después, o quizá que haya alterado al sistema inmunitario y eso sea lo que provoque estos síntomas persistentes, teorizó.
Putrino insistió en que estos síntomas son reacciones físicas reales al virus, y que no son causados por problemas mentales o emocionales.
"Estos pacientes exhiben síntomas que son coherentes con más de 100 años de literatura sobre las enfermedades postvirales", aseguró. "Se trata de un fenómeno conocido que acompaña a los virus, sobre todo a los virus nuevos, y los síntomas son muy coherentes con otras enfermedades postvirales, como la encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica, la enfermedad de Lyme e incluso la gripe española".
Tampoco está claro si estos pacientes alguna vez se recuperarán, lamentó Putrino, que también es director de innovación en la rehabilitación del Sistema de Salud Mount Sinai.
"Nuestra esperanza es que sí se recuperen", dijo. "Tenemos algunos datos emergentes de que los pacientes sí responden a la intervención de rehabilitación. También estamos realizando investigaciones para comprender cuál podría ser la causa subyacente, y desde ahí podemos comenzar a pensar sobre el desarrollo de medicamentos y los objetivos para los medicamentos".
La rehabilitación para la COVID prolongada consiste en varios pasos para identificar y evitar los desencadenantes. También implica ejercicios suaves para ayudar a reprogramar al sistema nervioso autonómico, que regula las funciones involuntarias esenciales del cuerpo.
Si sospecha que tiene COVID prolongada, Putrino sugiere que encuentre un médico que crea que lo que le está sucediendo es real, y que esté dispuesto a trabajar con usted como socio.
"También evite a cualquiera que le presione para que haga un ejercicio o un entrenamiento en ejercicio agresivos. Hay una literatura firme que sugiere que, en la enfermedad postviral, la terapia de ejercicio empeora los síntomas y no hará que mejore", apuntó.
En el estudio, Putrino y sus colaboradores observaron a 156 pacientes tratados por COVID prolongada entre marzo de 2020 y marzo de 2021. Los participantes completaron un cuestionario que preguntaba sobre los varios síntomas y qué creían que los desencadenada, una mediana de 351 días tras la infección. En el momento del estudio, ninguno se había vacunado.
A más de 8 de cada 10 participantes les seguían molestando la fatiga, las lagunas mentales (un 67 por ciento), el dolor de cabeza (un 60 por ciento), las alteraciones del sueño (un 59 por ciento) y los mareos (un 54 por ciento).
Evaluaciones posteriores encontraron que un 60 por ciento de los pacientes tenían algún grado de dificultad mental, por ejemplo una reducción en la memoria a corto plazo, dificultades para recordar los nombres, y problemas para tomar decisiones y con la planificación diaria.
De los 135 pacientes que respondieron a las preguntas sobre el empleo, 102 habían trabajado a tiempo completo antes de enfermar, pero apenas 55 (más o menos la mitad) continuaron trabajando después.
Además, los investigadores encontraron que el mayor desencadenante de los síntomas era el agotamiento físico (según reportaron un 86 por ciento de los pacientes), seguido por el estrés (un 69 por ciento), la deshidratación (un 49 por ciento) y los cambios en el tiempo (un 37 por ciento).
El Dr. Marc Siegel, experto en enfermedades infecciosas, dijo que le preocupan en particular los cambios en la capacidad cognitiva (o mental).
La COVID-19 puede provocar inflamación en el cerebro, lo que puede afectar al pensamiento, dijo.
"La inflamación es una segunda enfermedad. Puede provocar directamente un deterioro del sistema nervioso central, e incluso cambios en la materia blanca", observó Siegel, profesor clínico de medicina del Centro Médico Langone de la NYU, en la ciudad de Nueva York.
Siegel, que no participó en el estudio, cree que la COVID-19 tiene más efectos en el pensamiento y la memoria que otros virus. "Creo que cada vez se encontrarán más efectos cognitivos. La pregunta es cuánto duran", planteó.
También dijo que la vacunación contra la COVID-19, incluso tras sufrir la enfermedad, podría ayudar a prevenir la COVID prolongada.
"Hay ciertas evidencias, aunque todavía no lo llamaría pruebas, de que vacunarse incluso tras la COVID ayuda a reducir la COVID prolongada", apuntó Siegel. Puede ayudar a potenciar el sistema inmunitario y a reducir la cantidad de virus en el cuerpo, explicó.
El informe se publicó en la edición en línea del 20 de octubre de la revista American Journal of Physical and Rehabilitation Medicine.
Más información
Aprenda más sobre la COVID prolongada en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: David Putrino, PhD, director, Rehabilitation Innovation, Mount Sinai Health System, and associate professor, rehabilitation and human performance, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York City; Marc Siegel, MD, clinical professor, medicine, NYU Langone Medical Center, New York City; American Journal of Physical and Rehabilitation Medicine, Oct. 20, 2021, online
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