El cambio climático podría significar menos sueño para miles de millones
VIERNES, 20 de mayo de 2022 (HealthDay News) -- Cualquiera que haya intentado dormir en una caliente noche de verano sabe lo difícil que es conciliar el sueño cuando el mercurio sube.
Entonces, no resulta sorprendente que es probable que el calentamiento global le cueste cada vez más sueño a las personas, a medida que las temperaturas aumenten alrededor del mundo.
Para finales de este siglo, los individuos podrían sufrir al menos dos semanas de falta de sueño cada año debido a las altas temperaturas provocadas por el calentamiento global, proyecta un nuevo estudio. Los hallazgos se publicaron en la edición del 20 de mayo de la revista One Earth.
Es incluso peor para algunos grupos vulnerables, en particular las personas mayores, apuntó el autor principal, Kelton Minor, que realizó la investigación mientras era estudiante doctoral de ciencias de datos sociales y conductuales planetarios de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca.
"La pérdida de sueño estimada por grado de calentamiento fue dos veces mayor entre las personas mayores, en comparación con los adultos jóvenes o de mediana edad, tres veces mayor entre los residentes que viven en los países con unos ingresos más bajos frente a los países con ingresos altos, y significativamente mayor para las niñas y mujeres que para los niños y los hombres", señaló Minor.
"Algo importante es que encontramos que la sensibilidad a la temperatura del sueño en la adultez avanzada podría elevarse entre los 60 y los 70 años, y la magnitud del sueño perdido por grado de calentamiento aumentaba más entre los que tenían a partir de 70 años", apuntó.
Minor dijo que estas proyecciones se basan en datos del primer "experimento natural a escala planetaria" de su tipo, en que más de 47,600 personas de 68 países usaron pulseras que monitorizaban el sueño entre septiembre de 2015 y octubre de 2017.
Minor y sus colaboradores compararon entonces 7.4 millones de registros de sueño que habían recolectado con los datos del tiempo y el clima locales, para ver cómo el calor afectaba al sueño de cada participante.
"Encontramos que las noches en que hacía más calor que el promedio de forma aleatoria erosionaban la duración del sueño humano en los individuos de manera global", advirtió Minor. "Estimamos que las personas dormían menos, y que las probabilidades de dormir poco de noche aumentaba a medida que las noches se calentaban".
Los datos muestran que en las noches muy calientes, de 86 grados Fahrenheit (30 grados centígrados) o más, el sueño se redujo en un promedio de poco más de 14 minutos, y las probabilidades de dormir menos de siete horas aumentaron junto con las temperaturas.
En específico, las personas tendían a quedarse dormidas más tarde y a despertarse más temprano cuando hacía calor, apuntaron los investigadores.
También encontraron que las personas que ya vivían en climas más cálidos experimentan una mayor erosión del sueño a medida que las temperaturas suben, y que las personas no se adaptan bien a la pérdida de sueño provocada por la temperatura a mediano plazo, comentó Minor.
"Los adultos no compensaron el sueño perdido en las noches subsiguientes, no compensaron la pérdida de sueño nocturno con descanso diurno, y no parecieron aclimatarse a unas temperaturas más cálidas comunes durante el periodo de verano", advirtió.
Los investigadores aplicaron estos números a dos situaciones hipotéticas de cambio climático, y encontraron que las personas perderán sueño a medida que el planeta se caliente, pase lo que pase.
Si la humanidad estabiliza con éxito las emisiones de gases de invernadero en 2099, las temperaturas calientes provocarán de cualquier forma 50 horas adicionales de pérdida de sueño y 13 noches adicionales de sueño de corta duración cada año, dijo Minor.
Por otra parte, si la humanidad no ha logrado controlar el calentamiento global en 2099, esto resultaría en 58 horas de sueño perdido al año, proyectaron los investigadores.
"Dado que evidencias anteriores sugieren que dormir poco es un factor de riesgo de una reducción en el funcionamiento cognitivo, un empeoramiento del rendimiento humano, un empeoramiento del estado de ánimo, un aumento de la ansiedad, unos resultados neurológicos adversos, una función inmunitaria afectada, y de la mortalidad cardiovascular (todo lo cual se ha mostrado por separado que aumenta durante los periodos de calor extremo), nuestro estudio global resalta al sueño como uno de los mecanismos plausibles mediante los cuales el cambio climático podría afectar al bienestar humano, y potencialmente ampliar las desigualdades globales de salud", observó Minor.
La Dra. Indira Gurubhagavatula, profesora asociada de medicina y médica de la División de Medicina del Sueño de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania, alabó al nuevo estudio.
Se trata de un "proyecto extraordinario", con "muchos millones de puntos de datos de todo el mundo", aseguró.
Sus hallazgos también son coherentes con estudios anteriores que han mostrado que el sueño sufre con el calor, y que el ritmo de sueño y vigilia de los humanos se vincula con las temperaturas corporales, enfatizó Gurubhagavatula.
Otros factores también podrían costar sueño a las personas a medida que las temperaturas aumenten, añadió.
"Por ejemplo, los trabajadores con horarios largos en climas calientes pueden aumentar la temperatura corporal a lo largo del día, sin tener una forma de enfriarse rápidamente para prepararse para el sueño", dijo Gurubhagavatula.
También anotó que otros factores culturales, dietéticos, conductuales o sociales que no se midieron podrían afectar al sueño cuando hace calor, entre ellos:
- El calor añadido de compartir la cama con otras personas.
- La cantidad de azúcares o carbohidratos de la dieta.
- Las comidas a altas horas de la noche.
- Fumar y la cafeína.
- El estrés y la ansiedad.
"Con demasiada frecuencia, desde la niñez hasta la vejez, tomamos el sueño por sentado e intentamos dormir menos de lo que necesitamos", observó Gurubhagavatula. "No nos 'acostumbramos' a la pérdida de sueño crónica. Acumulamos una deuda de sueño con el tiempo, lo que puede tener un impacto en nuestro funcionamiento diario de formas inmediatas y crónicas, y de formas sutiles y obvias".
Dicho de forma simple, las personas no pueden engañar a la biología, dijo.
"No hay atajos ni sustitutos para el sueño. Nuestros cuerpos y cerebros necesitan sueño de la misma forma que necesitan oxígeno, comida y agua", señaló Gurubhagavatula. "Nuestra biología requiere que encontremos formas de priorizar el sueño".
El aire acondicionado podría ayudar a los humanos a adaptarse a las crecientes temperaturas, "pero la prevalencia de aire acondicionado en los países con unos ingresos más bajos se queda por detrás de otras partes del mundo", dijo Minor.
Gurubhagavatula se mostró de acuerdo.
"Los autores infieren que el acceso a la infraestructura (como una red eléctrica estable, y la disponibilidad de dispositivos para refrescarse, como ventiladores y aires acondicionados) podría de hecho ser importante. Estos recursos tienden a estar menos disponibles en las sociedades con unos ingresos más bajos y medianos", aseguró.
Gurubhagavatula ofreció algunos consejos para dormir mejor en las noches calientes, como por ejemplo:
- Mantener una temperatura fresca en la habitación.
- Usar ropa ligera.
- Evitar el ejercicio intenso justo antes de ir a la cama.
- No comer ni beber a una hora tardía, ya que esto puede aumentar el tiempo que el cuerpo necesita para enfriarse en preparación para dormir.
- Mantenerse bien hidratado para que el cuerpo pueda refrescarse a través de la sudoración, si es necesario.
- Hablar con el médico sobre las afecciones de salud que podrían provocar sudoración o sofocos mientras está durmiendo, por ejemplo la apnea obstructiva del sueño, la enfermedad de la tiroides, la menopausia y las fluctuaciones del azúcar en la sangre.
Más información
La Academia Americana de Medicina del Sueño (American Academy of Sleep Medicine) ofrece más información sobre unos hábitos de sueño saludables.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Kelton Minor, PhD, former doctoral student, planetary social and behavioral data science, University of Copenhagen, Denmark; Indira Gurubhagavatula, MD, MPH, associate professor, medicine and sleep medicine doctor, Perelman School of Medicine, University of Pennsylvania, Philadelphia; One Earth, May 20, 2022
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