EE. UU. envejece, y hay una escasez en ciernes de trabajadores de cuidados de salud en el hogar
MIÉRCOLES, 26 de abril de 2023 (HealthDay News) -- En la última década, una población estadounidense que se hace mayor ha rechazado cada vez más los hogares de ancianos, y favorece a unos cuidadores entrenados que pueden proveer una ayuda esencial con las tareas básicas diarias en el hogar.
Pero una nueva investigación advierte que la necesidad de atención a domicilio ha superado en gran medida a un crecimiento mucho más pequeño en el número de trabajadores de cuidados en el hogar disponibles.
El resultado es que, entre 2013 y 2019, el número de trabajadores de cuidados en el hogar disponibles por cada 100 pacientes necesitado se ha reducido en casi un 12 por ciento.
La brecha resultante en los cuidadores pone a unos pacientes vulnerables en una posición muy precaria, apuntaron los investigadores.
"Sabemos que el número de personas que desean recibir cuidados en el hogar a largo plazo ha aumentado con el tiempo, lo que se debe en parte a que la población de EE. UU. está envejeciendo", explicó la autora principal del estudio, Amanda Kreider, investigadora postdoctoral del Instituto de Economía de la Salud Leonard Davis de la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia.
"Además, los adultos mayores y las personas con discapacidades acceden cada vez más a los cuidados en el hogar a largo plazo, en lugar de los hogares de ancianos", añadió Kreider.
Gran parte de este cambio se origina en la expansión de una cobertura con un costo bajo o sin costo de los servicios basados en el hogar y la comunidad (SBHC) que Medicaid, la principal aseguradora de cuidados a largo plazo, ha implementado de forma constante, anotó.
En teoría, el cambio es una "tendencia positiva", apuntó Kreider, dado que "las personas con necesidades de cuidados a largo plazo tienden a preferir vivir en casa, cuando es posible".
Pero Kreider y Rachel Werner, coautora del estudio, deseaban saber si la disponibilidad de cuidadores está en realidad satisfaciendo la demanda.
Para averiguarlo, el dúo escudriñó los datos recolectados por dos fuentes.
La primera fueron las Encuestas comunitarias de EE. UU. de la Oficina del Censo de EE. UU., realizadas entre 2008 y 2020. La encuesta anual reúne información sobre las características de 3.5 millones de familias estadounidenses, y por inferencia indicaba el número de profesionales de atención de la salud que habían estado trabajando en un ámbito domiciliario cada año.
La segunda fue información de encuestas, recolectada por KFF, una organización de políticas de salud sin fines de lucro. Los datos de la KFF monitorizaron el número de participantes de Medicaid que buscaron cuidados en el hogar en cada estado entre 1999 y 2020.
Kreider y Werner determinaron que la fuerza laboral de cuidados en el hogar de hecho había aumentado entre 2008 y 2019, de 840,000 a más de 1.4 millones. Pero también anotaron que el ritmo del aumento se ralentizó tras 2013.
Al mismo tiempo, el número de pacientes cubiertos por Medicaid que buscaban cuidados en el hogar se disparó, al aumentar de poco más de 2 millones en 2008 a más de 3.2 millones en 2019.
El resultado fue una reducción de un 11.6 por ciento en la disponibilidad de trabajadores de cuidados en el hogar por cada 100 pacientes que buscaban ayuda.
El tamaño de la brecha de necesidad podría haber aumentado aún más desde 2020, dijo Kreider, "pero estamos interpretando este punto de los datos con cautela debido a la pandemia de COVID-19".
En cuanto a por qué la industria de los cuidados en el hogar no está creciendo con mayor rapidez, apuntó a una variedad de desventajas de este trabajo.
"Estos trabajos no son atractivos", observó Kreider. "Son muy demandantes, y ofrecen poco pago y pocos beneficios. Muchos trabajadores de cuidados viven en la pobreza, y más de la mitad dependen de beneficios públicos como Medicaid y SNAP. Las agencias reportan muchas dificultades para atraer trabajadores y, anecdóticamente, pierden trabajadores contra la industria de la comida rápida, que con frecuencia paga unos salarios más altos. Es posible que esto haya empeorado debido al agotamiento laboral por la COVID".
Esto apunta a formas prácticas de solucionar el problema, y el problema más nuclear es la paga.
"Con frecuencia, las agencias afirman que no pueden pagar más a los trabajadores", anotó Kreider, "porque las tarifas de Medicaid para estos servicios son demasiado bajas. Dado que Medicaid es la principal aseguradora primaria del país para los cuidados en el hogar a largo plazo, es posible que haya que aumentar las tasas de reembolso para que los salarios aumenten".
El campo también necesitan mejores "oportunidades de entrenamiento, crecimiento y avance profesionales, horarios predecibles, y una mejor cultura y agencia del trabajador", añadió.
Los hallazgos se publicaron en la edición de mayo de la revista Health Affairs.
Alice Burns es directora asociada del Programa de Medicaid y las Personas Sin Seguro de la KFF.
Comentó que aunque el tamaño de la brecha entre pacientes y cuidadores en el hogar quizá sea tema de debate, las desventajas laborales anotadas "son parte de la historia".
"El factor que añadiría a su lista es que hay una escasez general de [todos] los trabajadores que proveen cuidados en EE. UU.", advirtió Burns, ya que se observa una escasez similar al indagar en otros ámbitos institucionales, como los hogares de ancianos.
"Un estudio reciente sobre el empleo en salud según el sector muestra que el empleo en los centros de cuidados de enfermería es [más o menos] un 13 por ciento más bajo que antes de la pandemia", anotó.
Y dado que tanto los trabajos de cuidado en el hogar como los trabajos en los ámbitos institucionales dependen de la misma fuerza laboral, "un componente importante de la escasez de trabajadores de servicio en el hogar y basados en la comunidad es una escasez general de personas con cualificaciones bajas en el campo de los cuidados", añadió Burns.
Más información
Aprenda más sobre la situación de los cuidados en el hogar después de la pandemia en la KFF.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Amanda Kreider, PhD, postdoctoral researcher, Leonard Davis Institute of Health Economics, University of Pennsylvania, Philadelphia; Alice Burns, PhD, associate director, Program on Medicaid and the Uninsured, KFF, Washington, D.C.; Health Affairs, May 2023
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