La atención de la salud bajo asedio: voces de la guerra en Ucrania
JUEVES, 10 de marzo de 2022 (HealthDay News) -- Mientras las guerra en Ucrania entra en su tercera semana, la escala de la devastación pone a la salud de todos los ucranianos, y al sistema de atención de la salud del país en sí, en peligro.
"Es sobrecogedor", señaló James Elder, un vocero de UNICEF que llegó a la ciudad occidental de Leópolis apenas dos días tras el inicio de la invasión rusa.
Desde entonces, "un millón de niños que son refugiados han tenido que huir del país... en 13 días. Imagínese el estrés y el trauma. El mundo no ha visto nada como esto desde la Segunda Guerra Mundial", anotó.
"Pero también es de verdad importante que se recuerde a los que están en riesgo, atrapados en el país, por más que veamos este inmenso éxodo de personas", añadió Elder. "Las personas que no se pueden mover. Las personas que están en los hospitales con suero. Los bebés en las incubadoras. Las personas que están atrapadas en búnkeres. Visité un hospital aquí en Leópolis ayer, que acogió a 60 niños, algunos que habían resultado heridos en Kyiv, otros que estaban mal después de esconderse durante días en un sótano frío".
La amenaza directa a los hospitales en sí complica el problema.
Médicos Sin Fronteras anotó que los ataques al personal médico, los hospitales y los centros de salud en los tiempos de guerra son una violación directa de los Convenios de Ginebra.
El martes, el ministro de salud ucraniano, Viktor Liashko, anunció que desde el inicio dela invasión rusa, 61 hospitales de todo el país básicamente han quedado "fuera de servicio", de manera intencionada o no. Según el ministro de defensa ucraniano, Oleksii Reznikov, 34 de ellos fueron destruidos por bombardeos rusos.
Este número aumentó el miércoles, cuando un ataque aéreo ruso alcanzó a un hospital de maternidad en la ciudad de Mariúpol, que está sitiada. En el ataque murieron tres personas, entre ellas un niño, y 17 resultado heridas.
Estos ataques ponen a los funcionarios de salud público ucranianos, como a Shorena Basilaia en la ciudad capital de Kyiv y a Linnikov Svyatoslav de la ciudad sureña de Odesa, en primera línea de la lucha.
Hospitales en la mira
Aunque hasta ahora Leópolis ha sido casi como un oasis del tipo de bombardeo intenso que ha asolado a ciudades de las partes este y sur del país, la ciudad capital de Kyiv (con una población de 3 millones) y sus alrededores no han tenido tanta suerte.
Basilaia, subdirectora del Hospital Urbano para Adultos núm. 27 de Kyiv, intenta adoptar una actitud dinámica, a pesar de los obvios riesgos que conlleva garantizar la continuación del acceso a la atención de la salud en el centro de la zona bélica.
El hospital de 270 camas que dirige, que en los últimos tiempos ha atendido sobre todo a pacientes con COVID-19, "no ha sido alcanzado [por misiles] hasta ahora, y espero que siga así", dijo Basilaia, y añadió que todavía hay suministros médicos.
"Hasta ahora tenemos medicamentos, sin escasez", comentó, aunque apunta que los centros médicos de otras partes del país tienen muchas más dificultades. Por ahora, su personal "sigue en funciones y está listo para todo tipo de situaciones", aseguró.
Pero aun así, la situación "es muy estresante y difícil ahora mismo", reconoció Basilaia.
"La guerra tiene un efecto negativo en todo, incluso el sistema de salud", anotó. Por ejemplo, los problemas de seguridad han imposibilitado que algunos de los miembros de su personal lleguen al trabajo. Y los que llegan al trabajo tienen que estar en una alerta constante, listos para apresurarse cuando suena una alarma de un ataque aéreo, por no hablar del bombardeo en sí, mientras llevan a los pacientes a la protección del búnker subterráneo.
"Es una locura", concurrió Svyatoslav, director del departamento de promoción de la salud del Centro Regional de Salud Pública (CRSP) de Odesa, un equivalente local de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.
"No soy un guerrero", enfatizó. "Nunca he tocado una pistola. Pero me siento como si estuviera en una película. En 'La guerra de los mundos', con Tom Cruise. Porque, si lo recuerda, en esa película, el primer ataque de los alienígenas fue en Ucrania".
Pero Slava, como le dicen, no es una estrella de cine de Hollywood. El hijo nativo de Odesa es un cirujano de formación. Antes de la guerra, y de la pandemia, su rol principal en el CRSP era promover y enseñar intervenciones de salud pública que buscaban reducir el riesgo tanto de enfermedades infecciosas (como el VIH y la hepatitis viral) como de enfermedades no contagiosas, como la enfermedad cardiaca y vascular, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer.
Todavía tienen que afrontar la COVID
"Pero con el inicio de la pandemia del coronavirus, comencé a luchar contra una nueva amenaza", explicó, y pasó su atención con rapidez a preparar materiales para la prevención de la infección, a facilitar las vacunaciones y a desmentir la información falsa sobre la pandemia.
Según la Organización Mundial de la Salud, la nación de unos 44 millones de habitantes ha registrado 5 millones de casos de COVID-19 confirmados, y unas 112,000 muertes, una tasa de mortalidad poblacional comparable a la de Italia.
Slava anotó que él y sus colaboradores han pasado gran parte de los dos últimos años en un esfuerzo nacional "dirigido a salvar las vidas de las personas del coronavirus", con un éxito considerable: hasta ahora, Ucrania ha logrado administrar unos 31.5 millones de vacunas.
Entonces, sucedió lo impensable.
"El 24 de febrero, a las 5 a.m., me despertaron con las palabras más terribles: 'Levántate. La guerra comenzó. Están bombardeando nuestras ciudades'". Slava admite que él y sus amigos reaccionaron a la "surrealista" invasión rusa con shock e incredulidad. "En las primeras horas tras el principio de la guerra, entender qué había que hacer ahora era bastante difícil", apuntó.
"Es imposible prepararse para la guerra", afirmó. "El cerebro no lo quiere creer".
Pero la agresión de Rusia contra la soberanía de Ucrania se remonta a la anexión de Crimea en 2014, de forma que el shock pasó rápidamente.
"Tras cinco horas desde el principio de la guerra, aparecieron los primeros grupos de voluntarios. Comenzamos a recolectar ayuda para las primeras víctimas, y a buscar munición para los voluntarios, y a crear almacenes para la ayuda humanitaria", contó Slava.
También se enfocaron en la convicción de que el trabajo de salud pública no puede simplemente parar cuando las bombas comienzan a caer. Lo mismo sucede con garantizar que las personas crónicamente enfermas sigan teniendo acceso a un tratamiento crítico. "La guerra es una amenaza para la salud física aquí y ahora. Nuestra tarea principal es ahora proveer una atención médica sin interrupciones a quienes la necesiten", enfatizó Slava.
"Hablamos de pacientes con diabetes que necesitan insulina a diario", explicó. "O de las personas que viven con el VIH. Es imposible decirles que se les va a dejar sin medicamentos ni un solo día. Ahora, los médicos de toda Ucrania están haciéndolo todo para proveerles medicamentos".
Los suministros y el entrenamiento médicos son fundamentales
"Todo se trata de los suministros", concurrió Elder, uno de alrededor de 130 miembros del personal de UNICEF que trabajan en Ucrania ahora mismo. "Es absolutamente esencial. Tan solo el fin de semana pasado, recibimos 60 toneladas de suministros médicos en el país: kits quirúrgicos, kits de reanimación y kits para parteras, porque ahora las mujeres están teniendo bebés en búnkeres y sótanos", anotó.
"Por supuesto, llevar esos suministros médicos a las personas que están siendo bombardeadas y atacadas, llevar comida y agua y atención médica a familias completas que, en algunos casos han estado atrapadas sin agua durante días, es un gran problema", señaló Elder. "Lo que necesitamos, y la forma más rápida de salir de esto, es que los bombardeos paren. Pero si no, entonces necesitamos pasillos humanitarios, para traer una ayuda que salva vidas y para sacar a las personas vulnerables. Tiene que suceder".
Más allá de esto, Slava apuntó que el sistema de atención de la salud de Ucrania también debe ahora asumir la responsabilidad añadida de "enseñar a la población civil las habilidades de primeros auxilios, la supervivencia en condiciones críticas, el mantenimiento de la salud mental y la adaptación al estrés", además de continuar con el programa de vacunación contra la COVID "donde todavía sea posible y seguro".
Por ahora, Odesa, que está a 300 millas (483 kilómetros) al sur de Kyiv, todavía no ha experimentado un ataque a gran escala. Pero las fuerzas terrestres de Rusia están a apenas 80 millas (unos 129 kilómetros) al este, los barcos de Rusia están anclados justo fuera de las aguas territoriales estratégicas de la ciudad, y Slava sugiere que la sensación perenne de amenaza y miedo en sí plantea un riesgo para la salud, que socava el bienestar psicológico de todo un país.
"La incertidumbre es aterradora", dijo, y añadió que teme que sea solo la calma antes de la tormenta.
"Odesa es mi hogar. Es muy hermoso, y es un símbolo muy importante para nuestro país, como Los Ángeles para EE. UU.". Pero está ahora en una posición muy peligrosa, y por supuesto queremos luchar", apuntó Slava. "Deseamos proteger la ciudad. Deseamos ayudar a las personas, proveer la atención que necesitan. Pero también queremos huir, porque sabemos que para mí y mis amigos quedarnos aquí será muy peligroso".
Ahora, los ucranianos están atrapados en un subibaja emocional, entre la ira y la rabia y la fatiga y el miedo.
Pero "no hay abatimiento, no hay impotencia", se apresuró a añadir Slava. "Ahora mismo no hay tiempo para la depresión. El síndrome por estrés postraumático, la depresión y otros problemas de la salud mental llegarán después".
Aun así, la guerra ha cambiado su situación profundamente.
"Ya no siento los días de la semana", comentó Slava. "Ni las fechas de los meses. Ahora solo hay horas. Las horas de la guerra: 24, 48, 168…".
Y la cuenta sigue.
Más información
Podrá encontrar información más detallada sobre el impacto de la guerra en la salud en Ucrania en UNICEF.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Linnikov Svyatoslav (Slava), MPH, PhD candidate, head, department of health promotion, Odessa Regional Center for Public Health, Odessa, Ukraine; James Elder, UNICEF spokesperson, Lviv, Ukraine; Shorena Basilaia, deputy director, City Hospital for Adults No. 27, Kyiv, Ukraine
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