Los adultos ‘quisquillosos’ para comer hablan sobre lo que sus padres hicieron bien o mal
VIERNES, 12 de noviembre de 2021 (HealthDay News) -- Como muchos padres saben, los niños pueden ser muy quisquillosos para comer. En algunos casos, su actitud crónicamente temerosa ante la comida equivale a lo que se considera una afección psiquiátrica grave.
Pero una encuesta reciente de adultos que fueron, y continúan siendo, quisquillosos para comer sugiere que en lugar de obligar a un niño a comer alimentos que no le gusten, es probable que los padres logren más progresos si adoptan un método menos beligerante a la hora de la comida.
"Comencemos con lo que no funcionaba", planteó la autora cosénior del estudio, Nancy Zucker, directora del Centro de Trastornos de la Alimentación de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte.
"Cuando los individuos percibían que les estaban obligando a probar o a comer algo (por ejemplo, que les hacían quedarse en la mesa hasta que se comieran todo o que estaban enojando o decepcionando a sus padres si no comían lo que les pedían), los adultos con síntomas de TERIA [trastorno por evitación/restricción de la ingesta de alimentos] recordaron que este no era un ambiente alimenticio provechoso para fomentar la audacia con los alimentos", señaló Zucker.
"De forma alternativa, cuando los adultos recordaron que sus padres de verdad comprendían lo difícil que les resultaba probar cosas nuevas (y les transmitían que comprendían por lo que estaban pasando), esta era una estrategia importante y útil que permitía una resolución de problemas en colaboración entre el padre y el niño, para averiguar formas de ampliar la variedad de su dieta", añadió Zucker.
Poco más de 19,200 adultos participaron en la encuesta en línea, que se inició en 2010 y continuó hasta 2020. Alrededor de tres cuartas partes eran mujeres, y casi nueve de cada 10 eran blancos. Cuando los encuestaron, todos dijeron que, hasta cierto nivel, todos eran quisquillosos para comer.
Pero alrededor de la mitad dijeron que sus problemas crónicos de alimentación habían desencadenado una pérdida de peso o una desnutrición graves, al mismo tiempo que socavaba su capacidad de trabajar y mantener relaciones. Y el equipo del estudio determinó que lo más probable es que este grupo sufriera de TERIA, una afección psiquiátrica que se identificó de forma oficial en 2013.
Aun así, alrededor de cuatro de cada 10 encuestados dijeron que su actitud ante la comida había mejorado en cierta medida respecto a su niñez cuando sus padres eligieron tácticas positivas, alentadoras y de implicación.
Entre estas tácticas se encontraban enmarcar las comidas en el contexto de un aprendizaje cultural o nutricional, implicar al niño en la preparación de la comida, enfocar la atención en grupos particulares de alimentos, y siempre ofrecer al niño opciones flexibles de alimentos "seguros" que no plantearan una amenaza percibida.
Además, los padres también parecieron obtener buenos resultados al "exponer a los niños a cocinas novedosas, o experimentar con formas de ocultar el sabor de un alimento (con el conocimiento del niño) como pequeños pasos para hacer que un alimento fuera más fácil de abordar", anotó Zucker.
Otro factor importante fue asegurar que la hora de la comida tuviera una estructura constante. Alrededor de un 40 por ciento de los encuestados dijeron que saber qué prever a la hora de la comida les ayudaba a sentir (en la niñez) que les estaban pidiendo o animando a comer algo, en lugar de obligarlos.
Los resultados de la encuesta reflejan el hecho de que "es más probable que los individuos repitan las cosas que disfrutan y que dejen de hacer las cosas que les resultan aversivas", enfatizó Zucker.
¿Cuál es su consejo? Propóngase ampliar los horizontes alimenticios de un niño a través del ánimo y el respaldo, en lugar de una solución rápida obligatoria.
"Cuando un niño tiene un TERIA, el niño no solo experimenta una discapacidad, sino que los padres pueden sufrir unas tremendas pérdidas emocionales y afligirse por la ausencia de disfrute de la comida deliciosa con sus hijos", reconoció Zucker. "Es comprensible que los padres deseen un cambio mágico" de un día para otro.
Pero aunque "el consumo de, y la actitud hacia, una variedad de alimentos puede de hecho cambiar", es más probable que el proceso se desarrolle "como un viaje, en lugar de un avance repentino", explicó.
Lona Sandon, directora de programa del departamento de nutrición clínica de la facultad de profesiones de la salud del Centro Médico del Suroeste de la UT, en Dallas, se mostró de acuerdo.
"A nadie le gusta que le digan qué hacer", apuntó.
"Esto incluye que le digan qué comer, ya sea un niño o un adulto", enfatizó Sandon. "Si tiene aversión a ciertos sabores, texturas, colores u olores en los alimentos, sentirse obligado a comer algo solo aumenta la ansiedad respecto a comerlo, y empeora las cosas".
Entonces, ¿qué recomienda? "Si su hijo es quisquilloso para comer o tiene un TERIA, es importante no convertir las comidas en una lucha de poder. La clave es ser paciente, estar dispuesto a experimentar, y evitar la alimentación obligatoria o forzada".
Al mismo tiempo, "los padres también deben trabajar con otros terapeutas para resolver cualquier aspecto psicológico [del problema], y con un terapeuta del habla para determinar si hay algún problema físico para tragar ciertas texturas o líquidos de cierto espesor".
Si y cuando un niño es diagnosticado con un TERIA, Sandon instó a los padres a "buscar ayuda profesional de un equipo de profesionales de la salud, que incluya a un dietista y nutricionista registrado, para garantizar que se ofrezca al niño una dieta que provea unas calorías y nutrientes adecuados para el crecimiento y el desarrollo".
Zucker y sus colaboradores publicaron sus hallazgos en la edición en línea del 10 de noviembre de la revista International Journal of Eating Disorders.
Más información
Aprenda más sobre el TERIA en la Asociación Nacional de Trastornos de la Alimentación (National Eating Disorders Association).
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Nancy Zucker, PhD, director, Duke Center for Eating Disorders, and professor, psychiatry and behavioral sciences and department of psychology and neuroscience, Duke University, Durham, N.C.; Lona Sandon, PhD, RDN, LD, associate professor and program director, department of clinical nutrition, School of Health Professions, UT Southwestern Medical Center, Dallas; International Journal of Eating Disorders, Nov. 10, 2021, online
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